Cuál es el verdadero miedo del humano a la inteligencia artificial.
Robots humanoides generan un instinto de supervivencia que incrementa el rechazo a tecnologías que podría reemplazar roles en la sociedad
La inteligencia artificial (IA) y los robots están creando temores y miedos en los humanos al sentir que esa tecnología puede reemplazar sus trabajos o roles diarios al verse replicados por ellos. Así que en Infobae vamos a nombrar esas preocupaciones que nos recuerdan la teoria japonés del “valle inquietante”.
El “valle inquietante”, un concepto introducido por el robótico japonés, Masahiro Mori, hace más de cincuenta año, se está usando hoy en día por los científicos y expertos en robótica concluyendo que existe una sensación de inquietud y rechazo en la medida en que se asemejan más al humano.
El fenómeno se manifiesta claramente cuando un robot o una IA alcanza un nivel intermedio de realismo que resulta incómodo para la humanidad. Expertos ponen como un ejemplo común de este fenómeno los chatbots, las famosas conversaciones en texto o voz que son lideradas por un robot.
Qué temores puede sentir un humano al interactuar con una IA
Robots con habilidades humanas generan desconfianza en usuarios.
En cuanto a los chatbots, aunque estos sistemas pueden simular conversaciones humanas de manera razonable, a menudo generan sensaciones perturbadoras en los usuarios. Investigadores en robótica, y psicología cognitiva, destacan que la desconfianza existe en muchas personas al conversar con esta tecnología.
Otra teoría relacionada, conocida como desajuste perceptivo, explica que las personas sienten incomodidad cuando detectan características que no coinciden, como lo son robots que simulan ojos realistas en una piel poco realista.
Todas estas incongruencias e inconformidades podrían activar un instinto primario de supervivencia para evitar amenazas potenciales. De este modo, los intentos de una réplica humana robótica podrían interpretarse como señales de enfermedad o riesgo, intensificando la sensación de inquietud.
Cómo se explica el rechazo a la llegada de robots con IA.
Que varios robots realicen actividades humanas, genera amenazas a la supervivencia.
Además de las explicaciones mencionadas, existen otras teorías que intentan analizar este efecto. La teoría de la selección de pareja, que se habla mucho en la psicología, propone que los humanos instintivamente rechazan a los robots porque sus imperfecciones los hacen inadecuados como compañeros.
Otra hipótesis sugiere que los agentes artificiales recuerdan conceptos no naturales, como los zombis, debido a que no cuentan con sentimientos, lo que conlleva a reflexionar sobre la necesidad de invenciones que expandan y complementen la capacidad humana.
También, muchos usuarios no se sienten cómodos en darles una connotación humana a estas máquinas, así que no se sienten seguros de confiar en sus comportamientos.
La IA no solo genera temor, también reflexiones.
Otros expertos resaltan un equilibrio entre estas dos tecnologías.
Un reciente estudio realizado por la Universidad Adam Mickiewicz, en Polonia, brindó una perspectiva adicional sobre el tema. Según la investigación, las interacciones con androides puede replantear qué significa ser humano.
Este punto de vista resalta la idea de que los robots podrían enseñar a la humanidad más acerca de su propia naturaleza. Además, la interacción con inteligencias artificiales y robots saca a relucir cuestiones filosóficas y éticas sobre la identidad humana en un mundo cada vez más digitalizado.
Qué falta para que la humanidad acepte la inteligencia artificial.
En el campo de la IA y la robótica se están realizando varios intentos significativos para superar los desafíos que plantea el miedo al avance de la IA.
Desde todos los sectores se pide un uso moderado de la IA.
A pesar de la mejora constante en el realismo de las interacciones humanas y robóticas, parece que aún falta camino para una aceptación plena. Expertos de la Universidad de Wisconsin-Madison, han expresado que la exposición repetida podría, en teoría, disminuir la reacción de rechazo.
Sin embargo, hasta la fecha, la sensación de inquietud parece haberse intensificado en lugar de reducirse. Asimismo, la integración de robots en la vida cotidiana plantea no solo preguntas éticas, sino también prácticas sobre el realismo y el conocimiento que estas IA tienen sobre la sociedad.
Expertos subrayan que el potencial de la IA es que no todos los robots necesitan parecer humanos. La clave está en diseñar robots según los propósitos específicos para los que serán utilizados.
Así son los robots humanoides con las expresiones faciales más creíbles: pensarás que son personas.
La mayoría de la población piensa que los robots humanoides tienen un aspecto similar al mítico personaje Bender de la serie Futurama, sin embargo, los avances en robótica nos demuestran que estos androides cada vez se parecen más a las personas. Asimismo, un claro ejemplo de ello es el dispositivo Optimus de Tesla, un robot con una altura de 1,73 metros y un peso de 57 kilos que puede imitar los movimientos humanos con precisión gracias a una serie de sensores y cámaras.
No obstante, más allá de Optimus, existen otros robots humanoides que nos dejan con la boca abierta, como es el caso de H1, capaz de automatizar nuevas tareas en menos de 24 horas, o Tiangong, un androide que puede correr a 6,4 kilómetros por hora. Aunque, si verdaderamente nos queremos dejar impresionar por los avances, debes saber que una empresa china fabrica robots que parecen personas reales, teniendo en cuenta que, ahora, están dotados para transmitir emociones.
Concretamente, la entidad Ex-Robots se encarga de fabricar androides que pueden replicar expresiones faciales y emociones –similares a los de un ser humano– gracias a la tecnología de reconocimiento de emociones, según informa la agencia Reuters. Pero, ¿cómo se desarrollan estos dispositivos?
Dicho medio de comunicación explica que los ingenieros diseñan, fabrican y ensamblan a los robots humanoides para dotarlos de una serie de movimientos faciales matizados, de esta manera, pueden transmitir emociones con bastante precisión. Posteriormente, cuando los especialistas integran el software y los algoritmos, se procede a ‘equipar’ a los robots con máscaras, cabezas, brazos y pies de silicona para conseguir la apariencia realista.
Li Boyang, director ejecutivo de Ex-Ronots, afirma a Reuters que la empresa tiene sus propios equipos de software y algoritmos porque se centran en «cómo permitir que la inteligencia artificial (A) reconozca y exprese emociones», añadiendo que poseen un «modelo básico multimodal» que «puede percibir el entorno circundante y producir retroalimentación facial apropiada».
Además, Reuters pone de ejemplo que, «mientras una trabajadora de Ex-Robots movía la cabeza, sonreía y sacaba la lengua, un robot humanoide imitaba su movimiento gracias a pequeños motores instalados en varios espacios de su cabeza».